miércoles, 10 de julio de 2013

¿Qué me importa? Me importa mi familia, mis amigos, el que me salgan bien las tartas, mi aspecto, mis estudios, al que me atrevo a llamar el amor de mi vida y los perros. También me atrevería a afirmar que los perros son cerca de la mayor parte de mi vida. Trabajo como voluntaria cuando mi tiempo y mi salud lo permiten en una protectora de animales, y me gustaría presentaros a algunas caras, de esas en las que no te fijarías si las vieses por la calle pero que si te parases no podrías apartar la mirada de ellas. Os presento a los que darían la vida por vosotros, os darían cariño, protección, sensación de seguridad, compañía, buenos ratos y fidelidad eterna a cambio de nada. Y mira que el trato es pésimo.

Y es increíble que tras darte todo lo dicho anteriormente y a veces incluso más, hay gente que se harta y decide herirles y tirarles a la basura. Sin más. Sin aviso. Ellos no son conscientes de lo que pasa, muchos están tristes, no comen, no duermen, sólo se sientan en la puerta a llorar y esperar. He visto animales morir de pena y de hambre, he visto animales morir envenenados, por heridas, enfermedades, peleas con otros perros en el refugio. He visto muchos perros morir y sufrir de manera innecesaria. A muchos les cuesta volver a confiar en una mano que se tiende amable a ellos, tienen miedo de cualquier cosa, están desorientados, no saben dónde están, ni por qué, ni cómo han llegado allí, ni dónde se supone que está esa persona que tanto ama. Podría poner fotos de perros heridos y que esto tuviese carácter de un artículo de la prensa sensacionalista, pero he preferido mostraros las mejores caras de algunos de nuestros amigos, que siguen dispuestos a continuar de todos modos y sacarnos alguna sonrisa. No todo son lágrimas, muchas veces es preferible que acaben en el refugio a sufrir malos tratos en la casa o que los maten. 

La realidad es triste, sí, pero aún se puede hacer algo por ellos. Nada está perdido hasta que la última persona deja de luchar y, afortunadamente, creo que cada vez somos más. Gracias de corazón.
Hace tiempo que mis vacaciones han empezado y, como todos los años, pienso que las estoy desperdiciando completamente. Nunca encuentro nada que hacer, mi novio está de campamento con sus niños, mi ex vuelve a la carga, la gente con la que suelo ir de juerga vive en pueblos y rara vez vienen a mi ciudad, así que no puedo salir demasiado; mis días son una sucesión de horas normalmente vacías. Para colmo el calor es insoportable. Ah, y hay un chico muy pesado que no me deja de mandar whatsapps, pero no quiero resultar borde.

Realmente necesito hablar de dos sujetos en cuestión. El muchacho pesado y mi ex. Empezamos con mi ex:
Nuestra relación nunca fue bien por diversos motivos y lo dejamos en muchas ocasiones, pero a pesar de todo yo le tengo cariño y nunca quise romper la relación de amistad (que sí, que eso es como decir que tienes hambre y te traigan un vaso de agua, lo sé). Así que de vez en cuando se me ocurría saludarle y decirle cualquier tontería, a veces manteníamos una conversación medianamente larga, aunque llena de cosas muy triviales. Siempre que hablábamos ponía tweets y yo me sentía francamente mal, no sé exactamente si siente algo por mí aún, pero ha pasado casi un año desde que lo dejamos. De hecho es una persona muy victimista y muy manipuladora emocionalmente, aunque eso último no lo hace conscientemente. A veces no quiero saber nada de él porque me chupa la energía.

Hablando ahora de este muchacho empiezo diciendo que ha estado detrás mía tres veces y las tres se ha dado de bruces, está de vacaciones con sus amigos en Benidorm y tiene novia. O eso creo.
Me mandó un privado diciendo que a ver si hablábamos algún día y demás, así que yo, con toda mi simpatía, decidí hablar con él. Debe ser que se siente falto de cariño o algo porque me habla a todas horas, sin exagerar; incluso cuando está en la calle con sus amigos. Me ha invitado a su casa, habla de mi novio como si fuese cualquiera, me hace muchos cumplidos e incluso me manda fotos suyas en la playa. Realmente es muy pesado. MUY pesado. Pero soy una buena persona y no quiero ser tan borde como mi mejor amiga, que tiene un par y deja las cosas clarísimas desde el principio.

En realidad me siento incómoda cuando sé que la gente me presta tanta atención, o habla de mí o le gusto a alguien, aunque sea físicamente, porque creo que parezco una creída que busca cumplidos y tampoco quiero que nadie se lleve un chasco amoroso por mi culpa. Ay.

Buenas noches, supongo.